Hay cosas que se sujetan al mundo por un hilo tan fino como el silbido del que nunca supo silbar. La vida, por ejemplo o el día que naces para quedarte. Nunca supiste decirme el día exacto en que llegaste a aquella aldea por encima del norte y sin embargo quedamos que fue un 14 de febrero por aquello de los registros oficiales.
Hoy pienso mucho en ti –ya lo sabes. Me gustaría contarte todo lo que este mundo no celebra hoy, que es 14 y cae en martes, pero hace tiempo que es mucho más agradable escucharte. Porque, ¿sabes? estos días tratan de meternos dentro la palabra miedo sin pensar que de tanto quitarnos, hasta del miedo empiezan a despojarnos. Pienso en ti cada vez que lo intentan porque siento que si tú lograste volver a agarrarte a aquel hilo fino que fue la vida cuando aquel golpe trató de alejarte, ni ellos ni nadie van a poder explicarme el frío hondo y vacío del sabor a escalofrío.
Y no podrán porque sigue siendo fácil hacerte reir. Solo tengo que llamarte y soltar un mal chiste, mirarte, guiñarte un ojo o subida a una silla cantarte. No podrán porque contigo aprendí lo que es disfrutar de lo poco y grande que se encuentra en lo más pequeño. Lo importante. No podrán cuando nos gana subir la cuesta con la silla y las ruedas, te pido que peses menos y los dos salimos flotando de la risa sin perdernos. No podrán porque a pesar de los pesares te veo feliz entre los millones de besos que te damos a cada instante. No pueden, claro que no lo hacen, incluso cuando se atreven a frivolizar con palabras que no conocen, y hablan de sistema o de enfermos desde un lugar en el que solo están ellos. No pueden ni pudieron quitarme la ilusión de mirar hacia delante y saber que siempre sabré que nunca serán nadie.
Hoy, que otro año más celebramos la vida en 14 de febrero, pienso en ti, en los silbidos, pienso en los registros y el hilo fino,…y sigo respirando profundo cuando recuerdo lo que te quiero. Sin olvidar lo que te quise. Y pienso en ella, me vuelvo a sentar y siento de nuevo la suerte que tuviste de cruzarte en su camino.
Felicidades papi, por todas las razones, con todos los motivos. Pero, por encima del norte, felicidades por tener la suerte de encontrarla a tu lado.