Sucede algunas veces que el encuentro
te acecha el porvenir como un extraño
y el cuerpo lo presiente y le perturba
el ruido de un recuerdo inacabado.
Sucede que los trenes sin embargo
acuden raras veces a las citas
y al cuerpo, que es muy sabio, va y le excita
el rumbo caprichoso de lo raro.
Es jueves, hace sol y estoy temblando,
yo también me he desnudado de repente,
yo tampoco me acostumbro a este futuro
de Adán y Eva, el niño y la serpiente.
Sucede que la piel, que es muy coherente,
se arruga acariciando intimidades
y guarda en una arruga las traiciones.
Yo quería sin embargo hablar de aviones
que vuelan por encima de los trenes
y no se duermen en las estaciones