Cuando Solomon Linda escribía la canción Mbube (león en zulú), la grababa en Gallo Records (los únicos estudios de producción de toda el Africa subsahariana), cuando más tarde renunciaba a ella por apenas dos dólares (10 shillings de la época) y el par de cervezas que le ofrecieron…en ese momento, seguramente Linda no sospecharía que 60 años después su canción acabaría interpretada por dos animales animados (Timón y Pumbaa) en uno de los grandes clásicos de la factoría Disney. Tampoco se le pasaría por la imaginación que la canción haría embolsarse a otros más de 15 millones de dólares (90 millones de Rands) en derechos de autor, que sonaría en español, francés, japonés, danés…y que aparecería en más de 15 películas y musicales.
De toda aquella gloria, el autor no llegaría a ver más que aquellos 10 shillings y en 1962 moriría con 100 Rands en la guantera de un coche que no tenía. La familia de Linda no pudo costear ni siquiera la lápida del viejo autor de la melodía más famosa nacida en el continente africano (en Sudáfrica llegaría a vender más de 100.000 copias).
Pero para llegar a la factoría Disney, el león de Linda sufriría toda una serie de mutaciones que no la impedirían continuar cosechando éxitos. Una vez exiliada a EEUU -contrareembolso de aquellos dos dólares y un par de cervezas- su nombre, Mbube, no parecía convencer a los gringos de la época y ya en 1951 la banda The Weavers, con el legendario Pete Seeger a la cabeza, haría sonar la canción por todas las salas de Nueva York ya con el nombre de Wimoweh . Pero el éxito de verdad, en el de los número uno de todas las radio fórmulas, llegaría en 1961 con la versión adaptada por The Tokens (con George Weiss, Hugo Peretti, Luigi Creatore y Albert Stanton). Para entonces el título perdería el ya poco vínculo zulú que le restaba y pasaría a conocerse como “The lion sleeps tonight”, que 30 años después adoptaría el mastodonte de las películas de animación para la entrañable –porque en eso no hay dudas- The Lion King.
Para los americanos aquella sería su canción y nadie reconocía ya la participación de Linda en el origen de su creación como tampoco nadie reconocía su pertenencia a la cultura africana. Las distintas discográficas implicadas en cada una de las versiones se cercioraron muy mucho de atar todos los cabos y soltar algunas migajas (que no sumarían más de los dos dólares que Linda percibió en los comienzos) a la familia del autor para que ésta no pudiese reclamar ningún derecho.
Fue a finales de los 90 cuando el periodista musical de origen sudafricano, Rian Malan, publicaba un artículo incendiario en la revista Rolling Stone en el que denunciaba la sucesión de acontecimientos que habían llevado a que la familia de Linda (sólo vivían algunas de las hijas) viviesen en la miseria mientras las discográficas se habían beneficiado de la lluvia de millones que aquella vieja canción zulú había cosechado. El artículo caló en el orgullo de muchos sudafricanos y a partir de entonces se inició toda una carrera de litigios que acabarían obligando a Disney a doblegarse frente al viejo león sudafricano.
En 2006 y tras un interesantísimo proceso de tiras y aflojas, una sentencia dictada en un Tribunal Sudafricano reconocía el derecho de las hijas a percibir parte de los beneficios derivados de la canción. Pero lo que de verdad se ganó con la historia –quizás lo que más le entusiasme a la que escribe- es que la sentencia reconocía implícitamente el origen sudafricano de The lion sleeps tonigth y su raigambre en la cultura sudafricana.
El león volvió a dormir en Sudáfrica.
mmmmmm La verdad es que no sé qué opinar… Que Linda haya vivido y muerto en la miseria por pardillo o falta de proyección o llámalo cómo quieras sin duda es una pena, pero a saber cuántas canciones vendió por más o menos la misma nadería y no se considera una atrocidad porque no adquirieron fama… Por otro lado que los hijos de quien sea se tengan que beneficiar y vivir a costa de lo que sus padres hicieron eso sí que ya casi no tengo dudas en decir que vaya morro. Claro que aquí no estamos hablando de una monarquía y se podría considerar que en el fondo es como dejar la casa de los padres a los hijos, solo que en el caso de una canción es un pedazo de trabajo intangible… Pero que en vez de los hijos se estén haciendo de oro empresas discográficas que se encuentran con esos dineritos llovidos del cielo… Vamos, que lo dicho, que no sé qué pensar.
he de reconocer que también tengo mis dudas sobre el tiempo que los herederos pueden beneficiarse de los derechos de algo que crearon sus ancestros…sin embargo, en esta historia, con lo que me quedo es con las toneladas de dinero que se sacaron las discográficas (y las que todavía se está llevando Disney) y el cero reconocimiento económico que se llevo Linda pero sobre todo, el que durante tanto tiempo nadie reconociese el origen sudafricano y zulú de la canción…
Ya, es que a parte yo soy bastante imparcial… Que todo lo que sea jo#er a Disney bienvenido sea XD