La transformación es un proceso. La suma de dos, de tres o de los cien caminos que una va eligiendo. La transformación se anhela y se busca, se sueña y se espera. Se huye y se enquista, se evita. A veces se deja que duerma. La transformación está ahí, existe, pero no siempre nos llega.

En noviembre volvimos a Lakabe. En el encuentro «Otros mundos posibles» estábamos precisamente para hablar de eso: de transformaciones. Una puesta en común de otra idea de convivir, de disfrutar, de respetar la tierra y la naturaleza. Otra forma de estar en el mundo.

«Nosotras decidimos vivir en comunidad para facilitarnos el paso de una sociedad ajena al bienestar de las personas y el planeta, a una sociedad consciente de su función y que tome la responsabilidad de reformular el cotidiano para ir creando cauces de entendimiento y comunicación. [… ] Cambiamos y de esta manera el grupo va conformando su cotidiano, va creando nuevas costumbres enraizadas en el compartir, la ayuda mutua, el trabajo en equipo, la confianza, en fin, unas nuevas bases de relación entre personas que hacen que vivir cada día sea más fácil y más agradable.»

Mabel Cañadas en el libro «Hilando fino. Mujeres, un viaje en común»