Pastillas contra el dolor ajeno

Esta es la quinta mandarina que me como esta mañana. Si traigo cuatro me como tres y si traigo seis me como cinco. Pero hoy he traído y me he comido la misma cantidad- ha sido un capricho. En la cola de la caja del super una mujer me ha preguntado si las salchichas del envase ahorro le salían más baratas que el kilo de la carnicería. He mirado la pegatina y efectivamente, se ahorraba algo así como un euro con veinte. Luego, ya en la calle, otra mujer –algo más pequeña y bastante más vieja- me ha pedido que le ayudase a cruzar hasta la otra acera. Le he comentando que soy de las que espero a que todo esté en rojo – hay cosas en las que no me mojo. Al llegar no le di las gracias, nadie nunca me había pedido que le cogiese del brazo, le llevase hacia el frente y todo, con la realidad en presente. Nos despedimos y quizás mañana o la próxima semana ya no recordemos que al salir del super y cambiar de acera, hubo un punto en que nos contamos la vida entera.

Luego he pensado lo fácil que es esto de  la empatía, cuando llega y muchas veces se queda.

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